.

.

miércoles, 28 de agosto de 2013

TOC TOC, ese amor que llama a tu puerta 18 veces

-TOC, TOC  +¿Quién es?  -Tu enfermedad
Mirando en los más recónditos rincones de la web, más concretamente en la famosa página No tengo tele de la familia de Cuanta Razón me he topado con este vídeo que refleja un pequeño ejemplo, no se sabe si verídico o no (yo diría que sí), del sentimiento que todos conocemos como amor. Pero no de un amor cualquiera, si no un amor sentido por una persona afectada del TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo).

Debo decir que a primera vista me ha resultado un tanto indiferente, no porque no haya querido creer en el testimonio de dicho muchacho, si no más bien que, a causa de la últimamente maldita costumbre de los usuarios de internet de manipular toda la información al gusto de cada uno, cualquiera se fía de lo que sale en los vídeos ¿o acaso no puede haber sido un montaje? Que si teorías conspiratorias, que si manipulaciones noticiarias, que si manipulaciones de las manipulaciones... un caos todo (¡Viva el caos!). Admito que he permanecido impasible ante tanta declaración de sentimientos. Pero eso no es lo curioso. Lo raro del asunto es que ha sido una mezcla entre indiferencia y conmoción, más novedoso y extraño si cabe. Y para que tengáis vuestra propia extraña impresión, experiencia mística y/o religiosa, etc; aquí os dejo el vídeo. A ver qué sentimiento/s os suscita.

(Para los más perezosos a interrumpir la lectura y darle al play transcribiré el texto subtitulado al completo)
"La primera vez que la vi todo en mi cabeza se aclaró.
Todos los ticks, todas las imágenes que siempre se repetían simplemente desaparecieron.
Cuando tienes Trastorno Obsesivo Compulsivo realmente no tienes momentos tranquilos.
Incluso en la cama estás pensando: -¿Cerré las puertas? Sí ¿Me lavé las manos? Sí- (repetido 2 veces)
Cuando la vi en lo único en lo que podía pensar era en la forma de sus labios... y la pestaña en su mejilla... la pestaña en su mejilla (x3)
Sabía que tenía que hablarle. 
La invité a salir 6 veces... en 30 segundos. 
Ella aceptó a la tercera pero ninguna de las veces que pregunté se sintió bien así que insistí.
En nuestra primera cita pasé más tiempo colocando la comida por colores que comiendo o hablando con ella. 
Pero a ella le encantó. 
Le encantaba que tuviera que besarla 16 veces para despedirla o 24 si era miércoles. 
Le encantaba que caminábamos despacio a casa porque había muchas grietas en el camino.
Cuando nos fuimos a vivir juntos decía que se sentía segura como si nadie nos fuera a robar porque yo había cerrado la puerta 18 veces.
Yo siempre veía su boca cuando hablaba... cuando hablaba (x3)
Cuando me dijo que me amaba su boca curveaba hacia los bordes. 
En las noches se acostaba en cama y me veía apagar las luces y prenderlas y apagarlas, -prenderlas, apagarlas- (x4)
Ella cerraba los ojos e imaginaba que los días y las noches pasaban frente a ella.
Algunas mañanas empezaba a besarla para despedirme y ella se iba solo porque llegaría tarde al trabajo.
Cuando me detenía en las grietas del piso, ella seguía caminando. 
Cuando decía que me amaba, su boca era una línea recta. 
Un día me dijo que yo estaba quitándole mucho tiempo. 
La semana pasada empezó a dormir en casa de su madre. 
Me dijo que no debió permitir que me apegara a ella. 
Que todo esto había sido un error. 
Pero ¿cómo podría haber sido un error no tener que lavarme las manos después de tocarla? 
El amor no es un error. 
Me está matando que ella se pueda marchar y yo no. 
No puedo salir y encontrar a alguien de nuevo porque siempre estoy pensando en ella.
Usualmente, cuando me obsesiono con algo veo gérmenes metiéndose en mi piel.
Me veo a mí mismo siendo atropellado por una fila infinita de carros (coches) y ella es la primera cosa hermosa en la que alguna vez me he estancado.
Quiero despertar todas las mañanas pensando cómo agarra el volante, cómo mueve las manijas de la regadera como abriendo una caja fuerte.
En cómo sopla las velas (x5)
Cómo...
Ahora, sólo pienso en quién está besándola. 
No puedo respirar porque él solo la besa una vez. 
No le importa si es perfecto.
La quiero de regreso, tanto que... dejo la puerta sin cerrar... dejo las luces encendidas"

Habiendo visto el vídeo dos veces, por aquello de terminar de asumir la carga sentimental del mismo, he de admitir que además de desgarradoras y conmovedoras, las palabras de este chaval están cargadas de desesperación y amor. Ese amor en el que desde hace más o menos cuatro años particularmente no creo y que atribuyo más a una poderosísima especie de dependencia emocional iniciada como una terrible pasión que con el tiempo se transforma en cariño. Cuando uno afronta una ruptura semejante a la que imagino sufre el pobre desgraciado éste, resulta poco más que la muerte de ese alguien. Dicho esto lanzo la siguiente pregunta: ¿consideráis más duro superar una ruptura o la muerte de tu pareja? Por curiosidad simplemente.

Volviendo con lo que estábamos, la ruptura supone perder a esa persona y ello implica no volver a poseer su tiempo, su corazón, sus pensamientos y sobre todo convencerse de que perdemos a la persona que nos hace sentirnos mejor y completos. Sin ella parece como si lo perdiésemos todo. Caemos en una espiral de autonegación, de odio hacia nosotros mismos, de carencia afectiva y existencial; de tal calibre que hasta nos beberíamos el agua del mar si nos dejaran. Lo sé porque yo sé lo que se siente. Sé lo que es pasar por eso. Sé lo que es agarrarse a la almohada y realizar un conato de mordedura dejándola llena de babas, un llanto perdido en el eco de una habitación durante lo que resulta una eternidad, e incluso llorar con una canción que te recuerda a ella  pensando y pensando para no llegar a ninguna parte. Sé lo que es abandonarla a ella y a todo aquello a lo que estabas acostumbrado, tus rutinas, tus pasatiempos, esos amigos en común que no eran tan amigos... una vida. Es algo duro por lo que pasamos todos alguna vez. Ley de vida. Nos hace fuertes al fin y al cabo. Pues imaginaros lo que sucede con alguien que se obsesiona como forma de vida. El impacto es 10 veces mayor por no decir 100. Una hecatombre ¿Suicidio? No está muy lejos. Hay personas más sanas mentalmente que lo practican por primera y única vez con más asiduidad. Aún así, y tras ese vano intento de chiste malo, después de todo el repaso que merece este sentimiento (amor), independientemente de que exista o no, con éste u otro significante o conceptuado de esta u otra forma, pongo en liza una cuestión que algunos de los usuarios del canal Youtube vertieron en el enlace del mismo vídeo ¿Se podría equiparar a un enfermo de ésta enfermedad en pleno enamoramiento con un esquizofrénico, maniático compulsivo-posesivo o psicópata? ¿Hay una línea muy fina o muy gruesa entre éste y las dichas enfermedades de índole mental? Realmente no lo sé, de ahí las preguntas, pero no me váis a negar que el que desconozca en qué tipos de reacción pueda desembocar este tipo de personas de entrada infieren algo de respeto por no decir miedo, sobre todo por aquello de la obsesión, y como se suele decir que en la viña del señor hay de todo, quién sabe qué, cuándo, cómo, dónde y por qué se hará lo qué. Pero con todo, en el fondo no puedo negar ese deseo silencioso de volver a tener un sentimiento similar al de este muchacho, mejor siendo correspondido obviamente, pero de poseerlo. No me cabe duda de lo triste que resulta sentirse así, pero también aprecio su carácter poético, por no mencionar lo que ayuda a crecer a uno como persona. Es lo paradójico del ser humano: el poder sentirse de dos formas tan diversas y contrarias como complementarias. Un equilibrio perfecto y harmónico. Envidiable. Y el que diga lo contrario sabe muy poco, tal como ese John Snow al que alude cierta norteña de Poniente.

Por Marcos Pantani

No hay comentarios:

 
Powered by Blogger