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martes, 7 de febrero de 2017

Nico Rosberg

Con la retirada de la F1 de Nico Rosberg para mí se termina un aliciente. Como fan, que no fanático, tanto de la disciplina deportiva como del corredor de Wiesbeden, echaré de menos sus mano a mano con Hamilton, como lo hice cuando Schumacher se volvió a retirar otrora. De Rosberg, al igual que me ocurre con Dani Pedrosa en Moto Gp, diré, lo cual admito sin ningún pudor, que no es ni ha sido el mejor piloto de la parrilla, pero entiendo que cuando comienzas a seguir un deporte entra en juego una motivación emocional, hasta que perfeccionas el gusto por dicho tema, y lo comienzas a apreciar de manera más intelectual y cognitiva. No descubriremos nada si decimos que Nico ha tenido unos inicios en las categorías del motor ayudado por el renombre, sonoridad y cachet del apellido paterno, sin lugar a dudas, pero no menos cabe señalar que a todo ello lo han, acompañado, ya no solo los genes, si no también la personalidad, carácter y saber estar que con la inestimable presencia a mayores de su trabajo duro, cabezonería y responsabilidad han mejorado la versión que como campeón se conocía del apellido. Efectivamente soy de los que opinan que es más merecido campeón del mundo que su padre. Ha habido un menor factor aleatorio, más constancia y dureza, y un rival infinitamente más duro. El recién retirado número 1, además de compartir infancia con Lewis en su época de Kárting, llegó a ganar en monoplazas el campeonato VIVA RACING en 2002, siendo en años sucesivos 8º (2003) y 4º (2004) respectivamente en la F3 Euroseries con el equipo que su padre había dispuesto para él. Llegado en 2005 a un tal equipo ART Grand Prix, equipo de gran solera dentro de la categoría GP2, cuyos comienzos estaban en ciernes como trampolín directo para la F1, Rosberg hace luz entre tanta sombra que se alarga sobre él y el dinero de su papá callando las bocas a propios y extraños, siendo éstos los que igual dudaban de sus capacidades siendo etiquetado en un inicio como el protegido de papi Keke.

Y llegamos al 2006 y con ello a la F1 de la mano de Williams, quienes siempre se han caracterizado por su excelsa visión a la hora de manosear y captar a las promesas del futuro del automovilismo. Rosberg se estrena en Bahrein, con un Alonso estrenando número 1 como reciente campeón en su último año en Renault. Fernando gana una carrera adelantando a Massa en las primeras curvas del trazado ya mediada la carrera para luego sobrepasar a Michael saliendo del pit stop para afrontar el último stint poniéndose el español en paralelo con el heptacampeón en una lucha intensa. Mientras, nuestro pequeño alemán, tras un pésimo comienzo en la salida que lo termina por ubicar al final de la cola de coches, llega a remontar desde el último puesto hasta el 7º, consiguiendo sus primeros puntos además de una vuelta rápida que además de impresionarnos a todos, consigue llamar mi atención. En este momento es cuando "me lo pido" como uno de mis favoritos. A partir de aquí, consigue otro 7º puesto en el GP de Europa y va demostrando una trayectoria a todas luces in crescendo terminando en un meritorio 17º puesto de la general.
Dejando a un lado el motor Cosworth y la que sería su primera y única derrota en 7 años contra su experimentado compañero de equipo, un tal Mark Webber, y por apenas 3 puntos en su año de debut, con el cambio a motor Toyota las cosas mejoran, tanto en resultados como en continuidad, batiendo a todos sus compañeros de equipo desde este mismo instante hasta el año 2009. 
En el 2007 gana consistencia y a pesar de que Alex Wurz hace mejores puestos de cara a la galería (4º y 7º) además de un podio, Nico termina siendo capaz de sumar más puntos, ofreciendo más regularidad manteniéndose entre el 7º y el 6º puesto con asiduidad para añadir a esta dinámica un 4º puesto en Brasil, a modo de gran broche al cierre de temporada y así acabar 9º en el mundial. 
En 2008, la continuidad cesa en cierta medida pero llegan los grandes resultados, y puede subir dos veces al podio: Segundo en Singapur tras Alonso tras el famoso caso del Piquetgate y 3º en Australia al inicio de la temporada siendo 13º al final de la misma.
En 2009, en cambio, vuelve a la continuidad moviéndose entre el 4º y el 6º puesto, con algún que otro 8º y top ten como zona natural, y demostrando su regularidad habiendo adquiriendo ya un cierto nombre entre el paddock, que desemboca en su paso a Mercedes tras la compra por la marca alemana del reciente equipo campeón Brawn GP y cerrar así su etapa en Williams de forma brillante con su mejor puesto en la clasificación general: 7º.

Así pues, Nico se ve sentado al lado del recién retornado heptacampeón Michael Schumacher durante tres años, desde el 2010 hasta el 2012, en los que paulatinamente, además de ganar al piloto de Kerpen, va mejorando y aumentado la diferencia de puntos entre sí y el compañero en proporción a los conseguidos por el equipo demostrando y refrendando su calidad ya no solo como piloto, si no como líder.
En 2010 suma hasta su momento y gracias a la nueva puntuación, la mayor cantidad de podios (tres terceros puestos) así como de puntos alcanzada por él hasta ese momento, 142, superando a Schumi, y repitiendo un 7º puesto en la clasificación del mundial que se repetiría además en 2011 pero con menos puntos de esta vez, debido al bajón de prestaciones de la escuadra de la estrella a causa del término de la renta de rendimiento  heredada por el equipo campeón de 2009 con respecto a los demás equipos punteros. A partir de ahí, en 2012 dicha diferencia se acrecentará, bajando Nico a la 9ª posición de la clasificación final, pero en la que curiosamente llega su primera victoria en la F1, y, recordemos, sin haber perdido en ninguna temporada con Schumacher.

Al año siguiente, el hijo de Keké cambia de compañero. Michael se retira de nuevo y llega otro campeón de una talla similar como Lewis Hamilton, amigo de infancia y gran rival de siempre. La temporada 2013, deja a éste 4º y al teutón 6º, su mejor puesto en la general de siempre, habiendo perdido eso sí la primera temporada contra su compañero desde el año de su debut a causa de su menor regularidad, pero con el dato a favor en su particular duelo de sus dos victorias por una del inglés. 
En 2014, a pesar de presentarse interesantísima, provoca rifirrafes entre ambos que terminan con tensiones dentro del seno de la escuadra germano-británica destruyendo su "amistad" y ofreciendo un gran espectáculo. Nico vuelve a perder en la general con Hamilton y también el campeonato, pero siendo 2º por primera vez y consiguiendo nada más ni nada menos que 10 segundos puestos y 5 victorias, que sumadas a las otras 3, hacían la nada desdeñable cifra de 8 en total. La temporada se ve impecable solo empañada por la diferencia de puntos final con Lewis, nada representativa de la igualdad imperante durante toda la estación a causa del valor doble (50 ptos.) de la última carrera, ganada por el británico por el rosco del alemán.
En 2015, Hamilton le vuelve a ganar y sentencia el mundial en vez de en la última carrera, a tres del final, dejando aún así y por otro lado, un magnífico sabor de boca a los aficionados de Nico gracias a las tres victorias consecutivas en los últimos grandes premios de la temporada, haciéndolo terminar con una victoria más que el año precedente, 6 en vez de 5, y con curiosamente menos diferencia de puntos respecto al año anterior.

A modo de carrerilla, con tres victorias seguidas y el impulso psicológico de las mismas acompañado de las ansias de revancha se presenta Rosberg en Melbourne para dar inicio a la temporada 2016. Y de qué forma. Termina este año pasado 2016 con 10 victorias, 5 al inicio y otras 5 después del parón de verano, y demostrando una madurez terrible, así como unas templanza, inteligencia, frialdad pasmosas y una evolución de titán. Poco más que comentar.
Con él marchando se pierde algo muy importante. Como bien decía, Nico Rosberg no es el mejor de la parrilla pero siempre ha tenido algo que me ha enamorado: sencillez a pesar de su buen nombre. Guapo, alto, fuerte, rubio, simpático, inteligente... sumado a sus capacidades como piloto para ser rápido a una vuelta, veloz y constante, aunque en esto último no de los mejores, o al menos en el vuelta a vuelta. Machacón, fuerte psicológicamente y ultramente concienciado y motivado, siempre ha mejorado de un año a otro puliendo sus puntos débiles y tratando de mantener los fuertes. No es un piloto que digamos, espectacular, como el gran Schumacher, pero sí de consistencia. Listo y pillo, ha jugado su inmejorable dote social para atacar por ese lado, el débil, de alguno de sus compañeros siempre que ha sido necesario. Hábil e inteligente fuera de pista, se ha ganado poco a poco el respecto dentro del paddock. En resumen, gran poleman y buen piloto en el vuelta a vuelta; consistente pero ni mucho espectacular ni el mejor en este aspecto; eso sí, gran profesional y persona desde el punto de vista social que aunque más que no cerrarse puertas ha sabido abrírselas cuando lo ha requerido la situación; listo e inteligente hasta el punto de llegar al límite con ciertas acciones fuera y dentro de la pista sin que pareciese muy descarado; testarudo en el buen sentido y una insuperable capacidad de sacrificio, automotivación y superación personal. Esto último es lo que mejor define a este gran campeón, y lo que hará que echemos de menos a un piloto retirado con apenas 31 años de edad de camino a los 32.

Solo hay que esperar que los bailes en los asientos de los equipos de F1 den otro tipo de sabor al caldo que se vislumbra para la sobremesa de los domingos, y todos aquellos que, tanto sea por cambio de equipo, como por estreno en la categoría, o simple y llanamente por la evolución de los monoplazas y la modificación del status quo, en esta nueva temporada más que perder un aliciente (o dos o tres con la marcha de Bernie Ecclestone y Ron Dennis), se generen tres por cada ausencia como si este deporte fuera un cancerbero de emociones, sentimientos y corazones. Ojalá.

Por Marcos Pantani.

jueves, 31 de diciembre de 2015

Políticos corruptos, sociedad enferma y padres sin escrúpulos

Buenos días,
J.A. lo que te debía de las Putes

hace más de 2 años que no escribo nada en este mi blog. Por avatares de la vida he dejado la escritura de lado habiendo primero, perdido la costumbre, y segundo, la necesidad de expresarme a través de estos medios, debido a mis poco desarrolladas dotes de organización para la comunicación clara y concisa. Adicionalmente, concibo la escritura como un arte y el hecho de escribir en varios blogs de distinta temática llegó a ser más un compromiso que una liberación, lo cual, me llevaba un sin fin de quebraderos de cabeza para, según mi criterio, poder escribir una entrada de calidad al servicio de los internautas. Dicho esto, el volver lo considero un claro síntoma de que en mí se ha despertado unos deseos terribles de compartir un punto de vista más maduro respecto a múltiples temas de tendencia entre la población de mi país, máxime si ponemos encima de la mesa el terremoto de cambios surgidos en los últimos meses. 

Por tanto, creo que el tema de mayor calado social durante en estos últimos tiempos y por el cual debería empezar es la política. Como tema, es uno que tenía muy aparcado por contagio de la opinión pública. La política en sí me desilusionaba y no me ofrecía una gran enriquecimiento como persona. Con los años, debo decir, considero he ido ganando en criterio respecto al mismo, me gustaría exponer mi visión de lo que percibo como miembro de la sociedad que compone concretamente el estado español. La pregunta es: ¿Por qué tanta desilusión en la gente respecto a dicha cuestión? La respuesta diría que es simple: la imagen que ofrece la clase política, es sin duda alguna, deficiente si no pésima. La composición de esta imagen ha derivado de la mala prensa que ellos mismos se han buscado, incentivada por su negligente forma de actuar. Y ahondando en mayor profundidad en el fondo de la cuestión que venía a plantear, me gustaría hablar de la corrupción en sí misma, que aunque es importante no debemos obviar no es la única pieza del vasto puzzle que compone la tan deteriorada visión de los aquí  juzgados.

Corrupción... ¿por qué ha sido tan manida esta palabra en el último lustro? La respuesta es fácil. Solo hay que atender a los medios de comunicación. Curiosamente es una palabra que con su uso frecuente, parece haberse normalizado en nuestro vocabulario. Y no solo en él. En nuestro afán por erradicarla de facto, no solo no hemos conseguido atañer el problema que ello conlleva, si no que lo hemos evidenciado y en medida aparente, potenciado. Con esto no quiero decir que haya más corrupción que antes, aunque así lo parezca. Lo que sucede es que ahora mismo somos más conscientes y como pueblo nos queda pasar por la fase de crisis previa a un cambio de magnitudes significativas. El hecho de ponerlo en la parrilla de cuestiones a tratar, y por ende solucionar, ha abierto parcialmente los ojos a las masas. Este ilegal acto de supuesta naturaleza está ayudando a poner en bandeja uno de los verdaderos y más reales problemas de fondo que como colectivo tiene la sociedad española, a la que no dudaré en catalogar como enferma.

Vayamos al grano. Desde hace unas semanas, más concretamente principios de diciembre, este servidor vuestro, escritor a tiempo puntual, está trabajando de monitor de ocio y tiempo libre en un evento-iniciativa de ocio infantil y juvenil que cada año y ya desde hace unos cuantos, tiene lugar en la ciudad en la que vive. Entre las haciendas de las que se responsabiliza se encuentra la de gestionar, permitir y regular la entrada de niños y púberes en un hinchable para su uso y disfrute. Para ello, la empresa responsable de la organización de dicho evento (no de mi contratación, matizo) ha puesto unos carteles a disposición de los usuarios en lo que se concreta a ojos vista la edad permitida para el uso de las atracciones de la empresa que me ha contratado. Continuemos. Cada vez que los niños, se aproximan a la atracción pensando en subirse a ella y les preguntamos la edad, responden con la verdad por delante (lo que provoca un amor incondicional por mi trabajo). La controversia comienza en el instante en el que algunos padres intentan romper la norma en su favor cuando responden mintiendo sobre la edad de sus hijos según su conveniencia o como ha sido el caso ayer por la tarde, de tratar de tomar el pelo descarademente a una de mis compañeras: -Tiene 7 años, pero él siempre dice que tiene 6- responde la mujer ante la negativa de aquella. Primero, contradecir una primera información poniendo en jaque la información dada en primer lugar por tu acompañante no es muy de fiar. Segundo, si encima tenemos en cuenta que éste es un niño, ser inocente y verdadero por naturaleza, lo convierte en un alegato bastante más dudoso. Tercero (información adicional), la insistencia disfrazada de intento posterior le infunde una sinvergüencería sin igual y no lo convierte si no en un acto aún más egoísta, absurdo, insultante y descarado. Con todos estos ingredientes conformamos un cóctel explosivo de lo que yo hago llamar corrupción ciudadana a pequeña escala. Algo que parece una nimiedad no lo es, o así yo no lo veo. Es más, diría que detalles como éste son más que frecuentes y casi siempre surgidos desde el egoísmo más primitivo. Y con esto no pongo en duda que el fondo del objeto de denuncia por parte de esta mujer no estuviera justificado. El límite de edad impuesto en algunos casos admito destila prudencia y conservadurismo y no sucedería nada si se ampliara un poco más. El problema no es eso, son las formas. Nos pierden las formas, los medios para lograr algo y bebemos del veneno servido por la inmediatez en la que nadamos y en lo que alimenta esa nuestra educación de la que presumen algunos y que ha llevado a esta situación. Una situación de corrupción a gran escala, a la que no me cabe la menor duda en afirmar su existencia, en todos los estratos de nuestra sociedad con patente en corso, aunque a algunos les guste denominar eufemísticamente de algún otro modo dependiendo del contexto. 

Volvamos a enforcarlo desde un punto de vista a mayor escala. Lo que a través de la habitual hacienda de nuestros políticos es un hecho denunciable no lo es tanto, o al menos menos visible (valga la redundancia), cuanto más bajemos en el estrato social en el que nos encontremos. Si ponemos en liza al partido político gobernante como ejemplo de clase alta/pudiente/apoderada/privilegiada, con todo el foco mediático encima suya, los casos de corrupción son denostados con mayor vehemencia. No por ello, y debo subrayarlo, los miembros del actual gobierno ejecutivo son más corruptos que los de la oposición, pero si reciben con más facilidad las miradas de propios y extraños. En este grupo podemos incluir además personajes públicos, títulos nobiliarios, empresarios de multinacionales... Si seguimos bajando en la exposición mediática de un cargo público, como por ejemplo, del Congreso al Senado (del que poco se conoce la naturaleza de sus componentes) o del Congreso estatal a uno autonómico; encontramos casos de corrupción equivalentes en lo moral y legislativo, pero con un aparente nivel menor de trascendencia pública. Aún menor será este nivel si descendemos hasta cargos en provincias, localidades y ediles de pequeños ayuntamientos, para finalizar con los pequeños sobornos a los que sometemos a familia, amigos o a nosotros mismos en nuestro día a día a pie de calle. Nos disculpamos y excusamos continuamente, tanto o más que quejarnos de lo sucio que es el panorama político. Quién esté libre que tire la primera piedra ¿Si no cómo puede ser posible que quejándonos de su forma de proceder y maldiciéndolos con cada sorbo de café entre amigos en el bar puedan seguir manteniendo el cargo cada cuatro años legislatura a legislatura? Algo falla. Nada más lejos de la realidad. Simple y llanamente hemos normalizado la corrupción en nuestro modus operandi. ¿Y cómo es posible? Con pequeños detalles como el citado anteriormente de mi compañera y la madre. El simple hecho de callarnos ante una injusticia, de salvar nuestro culo aunque salga jodido nuestro prójimo, de no proceder como se se espera y/o como nos gustaría que lo hicieran con nosotros, son otros claros ejemplos. Si esa señora, junto con otras familias más, pusieran una queja formal en el lugar adecuado para ello, en vez de tratar de esquivar la norma, el problema se habría acabado no solo para ella, si no para todos los demás usuarios de las atracciones. 
No se trata tanto de saber si fue antes el huevo o la gallina porque sería un debate inútil y agotador, además de históricamente poco manejable, pero lo que está claro es que todos, en mayor o menor medida y en nuestra justa proporción, hemos contribuido a esta sucia ley del silencio. Un silencio que ciertas sociedades, fundamentadas en unos valores de determinada índole y procedencia, construyen en base a unas leyes injustas con las que prefieren jugar antes que denunciar. Un silencio, que por otra parte, las altas esferas de la sociedad han amasado para perpetuar su posición de privilegio en esa pirámide de poder cuya llegada a la cúspide se han asegurado no sea fácil, y para lo cual debamos CALCARLAS como modelos a seguir, sin olvidarnos de la inestimable ayuda que prestan a tal fin todos los fieles aparatos ideológicos del estado (ya sea en forma de medios de comunicación, educación, imagen corporativa, slogans, etc), usados en consonancia con sus intereses como clase económica y social. Y para terminar, un silencio, que aquellos pertenecientes a una clase social menor, como la mayoría de nosotros, miembros de organismos, grupos o etnias concretas con alma propia, no han sabido ahuyentar debido a las cadenas del conformismo y el costumbrismo que nos ata como especie, ante la abundancia de des(in)formación e incultura y la falta de sabiduría, compromiso y conciencia colectiva. O ya que estamos, todas juntas. Qué más da.

Por tanto, que no nos quepa duda que en el momento en que nos conformemos o incluso cayendo en las redes pérfidas del vicio prefiramos jugar al juego dictaminado por las mencionadas leyes injustas advenidas de una constitución de hace casi 40 años y/o con reglas protocolarias estipuladas de tácito acuerdo por convención social, en vez de tratar de cambiarlas, estaremos abandonándonos a nosotros mismos, a nuestros principios, los de nuestros progenitores, primogénitos y todo aquello para y por lo que hemos luchado y defendido. Por muy pequeña que sea la falta, tened por seguro que caeremos en el oscuro agujero de la inmoralidad y nuestras palabras se  convertirán en cristales de bohemia rotos en un suelo de lógica y pura realidad. Seremos verdugos y víctimas de nosotros mismos.


Todo ello me preocupa y me entretiene a partes iguales, sin ánimo de frivolizar. Esto último no porque mi yo más maquiavélico y misántropo espere la llegada del deterioro definitivo de nuestro sistema, si no por la renovación de aquella mencionada ilusión perdida hace algún tiempo. Motivación por mejorar mi entorno y sociedad, siendo parte activa y consciente del cambio que está teniendo lugar. Motivación en querer discutir sin acritud estos temas con la gente de mi alrededor, encontrar puntos comunes y muy distantes para poder irnos acercando paulatinamente, tal como sucede en nuestro país, en el que el Congreso se ha partido en múltiples pedazos, espero cada vez más pequeños, para que puedan irse encontrando mediante la palabra por el bien de sus votantes, y hallar respuestas y soluciones que satisfagan a todos de un modo u otro. Por eso me encuentro motivado, porque poco a poco y tras años de oscuridad, costumbrismo, conformismo, confort y de un victimismo nacido de la semilla vírica egoísta del capitalismo, nuestra sociedad comienza a despertar (no solo en lo económico, para lo cual necesitaremos más tiempo) y a dar síntomas de recuperación de esa esencia democrática en su concepto más primigenio y genuino, vislumbrando la lejana luz del final del túnel hacia una sociedad más equitativa y justa y encaminándose por consiguiente hacia la conformación de un estado verdaderamente más plural.

Por Marcos Pantani

miércoles, 28 de agosto de 2013

TOC TOC, ese amor que llama a tu puerta 18 veces

-TOC, TOC  +¿Quién es?  -Tu enfermedad
Mirando en los más recónditos rincones de la web, más concretamente en la famosa página No tengo tele de la familia de Cuanta Razón me he topado con este vídeo que refleja un pequeño ejemplo, no se sabe si verídico o no (yo diría que sí), del sentimiento que todos conocemos como amor. Pero no de un amor cualquiera, si no un amor sentido por una persona afectada del TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo).

Debo decir que a primera vista me ha resultado un tanto indiferente, no porque no haya querido creer en el testimonio de dicho muchacho, si no más bien que, a causa de la últimamente maldita costumbre de los usuarios de internet de manipular toda la información al gusto de cada uno, cualquiera se fía de lo que sale en los vídeos ¿o acaso no puede haber sido un montaje? Que si teorías conspiratorias, que si manipulaciones noticiarias, que si manipulaciones de las manipulaciones... un caos todo (¡Viva el caos!). Admito que he permanecido impasible ante tanta declaración de sentimientos. Pero eso no es lo curioso. Lo raro del asunto es que ha sido una mezcla entre indiferencia y conmoción, más novedoso y extraño si cabe. Y para que tengáis vuestra propia extraña impresión, experiencia mística y/o religiosa, etc; aquí os dejo el vídeo. A ver qué sentimiento/s os suscita.

(Para los más perezosos a interrumpir la lectura y darle al play transcribiré el texto subtitulado al completo)
"La primera vez que la vi todo en mi cabeza se aclaró.
Todos los ticks, todas las imágenes que siempre se repetían simplemente desaparecieron.
Cuando tienes Trastorno Obsesivo Compulsivo realmente no tienes momentos tranquilos.
Incluso en la cama estás pensando: -¿Cerré las puertas? Sí ¿Me lavé las manos? Sí- (repetido 2 veces)
Cuando la vi en lo único en lo que podía pensar era en la forma de sus labios... y la pestaña en su mejilla... la pestaña en su mejilla (x3)
Sabía que tenía que hablarle. 
La invité a salir 6 veces... en 30 segundos. 
Ella aceptó a la tercera pero ninguna de las veces que pregunté se sintió bien así que insistí.
En nuestra primera cita pasé más tiempo colocando la comida por colores que comiendo o hablando con ella. 
Pero a ella le encantó. 
Le encantaba que tuviera que besarla 16 veces para despedirla o 24 si era miércoles. 
Le encantaba que caminábamos despacio a casa porque había muchas grietas en el camino.
Cuando nos fuimos a vivir juntos decía que se sentía segura como si nadie nos fuera a robar porque yo había cerrado la puerta 18 veces.
Yo siempre veía su boca cuando hablaba... cuando hablaba (x3)
Cuando me dijo que me amaba su boca curveaba hacia los bordes. 
En las noches se acostaba en cama y me veía apagar las luces y prenderlas y apagarlas, -prenderlas, apagarlas- (x4)
Ella cerraba los ojos e imaginaba que los días y las noches pasaban frente a ella.
Algunas mañanas empezaba a besarla para despedirme y ella se iba solo porque llegaría tarde al trabajo.
Cuando me detenía en las grietas del piso, ella seguía caminando. 
Cuando decía que me amaba, su boca era una línea recta. 
Un día me dijo que yo estaba quitándole mucho tiempo. 
La semana pasada empezó a dormir en casa de su madre. 
Me dijo que no debió permitir que me apegara a ella. 
Que todo esto había sido un error. 
Pero ¿cómo podría haber sido un error no tener que lavarme las manos después de tocarla? 
El amor no es un error. 
Me está matando que ella se pueda marchar y yo no. 
No puedo salir y encontrar a alguien de nuevo porque siempre estoy pensando en ella.
Usualmente, cuando me obsesiono con algo veo gérmenes metiéndose en mi piel.
Me veo a mí mismo siendo atropellado por una fila infinita de carros (coches) y ella es la primera cosa hermosa en la que alguna vez me he estancado.
Quiero despertar todas las mañanas pensando cómo agarra el volante, cómo mueve las manijas de la regadera como abriendo una caja fuerte.
En cómo sopla las velas (x5)
Cómo...
Ahora, sólo pienso en quién está besándola. 
No puedo respirar porque él solo la besa una vez. 
No le importa si es perfecto.
La quiero de regreso, tanto que... dejo la puerta sin cerrar... dejo las luces encendidas"

Habiendo visto el vídeo dos veces, por aquello de terminar de asumir la carga sentimental del mismo, he de admitir que además de desgarradoras y conmovedoras, las palabras de este chaval están cargadas de desesperación y amor. Ese amor en el que desde hace más o menos cuatro años particularmente no creo y que atribuyo más a una poderosísima especie de dependencia emocional iniciada como una terrible pasión que con el tiempo se transforma en cariño. Cuando uno afronta una ruptura semejante a la que imagino sufre el pobre desgraciado éste, resulta poco más que la muerte de ese alguien. Dicho esto lanzo la siguiente pregunta: ¿consideráis más duro superar una ruptura o la muerte de tu pareja? Por curiosidad simplemente.

Volviendo con lo que estábamos, la ruptura supone perder a esa persona y ello implica no volver a poseer su tiempo, su corazón, sus pensamientos y sobre todo convencerse de que perdemos a la persona que nos hace sentirnos mejor y completos. Sin ella parece como si lo perdiésemos todo. Caemos en una espiral de autonegación, de odio hacia nosotros mismos, de carencia afectiva y existencial; de tal calibre que hasta nos beberíamos el agua del mar si nos dejaran. Lo sé porque yo sé lo que se siente. Sé lo que es pasar por eso. Sé lo que es agarrarse a la almohada y realizar un conato de mordedura dejándola llena de babas, un llanto perdido en el eco de una habitación durante lo que resulta una eternidad, e incluso llorar con una canción que te recuerda a ella  pensando y pensando para no llegar a ninguna parte. Sé lo que es abandonarla a ella y a todo aquello a lo que estabas acostumbrado, tus rutinas, tus pasatiempos, esos amigos en común que no eran tan amigos... una vida. Es algo duro por lo que pasamos todos alguna vez. Ley de vida. Nos hace fuertes al fin y al cabo. Pues imaginaros lo que sucede con alguien que se obsesiona como forma de vida. El impacto es 10 veces mayor por no decir 100. Una hecatombre ¿Suicidio? No está muy lejos. Hay personas más sanas mentalmente que lo practican por primera y única vez con más asiduidad. Aún así, y tras ese vano intento de chiste malo, después de todo el repaso que merece este sentimiento (amor), independientemente de que exista o no, con éste u otro significante o conceptuado de esta u otra forma, pongo en liza una cuestión que algunos de los usuarios del canal Youtube vertieron en el enlace del mismo vídeo ¿Se podría equiparar a un enfermo de ésta enfermedad en pleno enamoramiento con un esquizofrénico, maniático compulsivo-posesivo o psicópata? ¿Hay una línea muy fina o muy gruesa entre éste y las dichas enfermedades de índole mental? Realmente no lo sé, de ahí las preguntas, pero no me váis a negar que el que desconozca en qué tipos de reacción pueda desembocar este tipo de personas de entrada infieren algo de respeto por no decir miedo, sobre todo por aquello de la obsesión, y como se suele decir que en la viña del señor hay de todo, quién sabe qué, cuándo, cómo, dónde y por qué se hará lo qué. Pero con todo, en el fondo no puedo negar ese deseo silencioso de volver a tener un sentimiento similar al de este muchacho, mejor siendo correspondido obviamente, pero de poseerlo. No me cabe duda de lo triste que resulta sentirse así, pero también aprecio su carácter poético, por no mencionar lo que ayuda a crecer a uno como persona. Es lo paradójico del ser humano: el poder sentirse de dos formas tan diversas y contrarias como complementarias. Un equilibrio perfecto y harmónico. Envidiable. Y el que diga lo contrario sabe muy poco, tal como ese John Snow al que alude cierta norteña de Poniente.

Por Marcos Pantani

 
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